Resumen
El internacionalismo liberal había sido históricamente el cuadrante desde el que EU definía su política internacional. Se trata de un espacio en que el multilateralismo y las instituciones internacionales, como la ONU, creadas por Washington y sus aliados en la segunda posguerra, tenderían a la consecución de los arreglos económicos, políticos y sociales que le dieran certidumbre y equilibro a la gobernanza global, al tiempo que contendrían los peligros a la paz mundial que representaban para Occidente las acciones del bloque soviético. Mi argumento aquí, es que con la presidencia de Trump se eclipsó este acuerdo tácito y la política exterior de EU perdió el rumbo. No sólo por el barullo que provocó entre aliados y contrarios su narrativa desquiciada y provocadora, sino también porque desacomodó las fichas del tablero de ajedrez que EU había jugado tradicionalmente en política exterior, incluidos los avances diplomáticos que Obama, mal que bien, había logrado en Medio Oriente, Cuba, Europa y Asia. A la crisis democrática doméstica que rodea su anómala elección, se agrega que Trump le quita al principio de hegemonía, tan cuidado por Washington, su carácter “liberal”.

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